lunes, 22 de julio de 2019

El Talento Finalmente Mostrado (TFM)

En el mes de octubre de 2017 abría este blog, al inicio del Máster de FPELE. Hoy, casi dos años después, me dispongo a cerrar esta etapa como masteranda con una pequeña reflexión relacionada con lo que ha ocupado la mayor parte de mi vida durante los últimos meses: el Trabajo Final de Máster (TFM). Este trabajo llevaba por título La práctica reflexiva en el desarrollo profesional de docentes de ELE: Análisis de la autocrítica en las retroalimentaciones tras la observación entre iguales

Elegí este tema porque, tal y como ya mencioné en el trabajo, el ámbito de la práctica reflexiva había captado mi atención con anterioridad, en el Trabajo Final de Grado (TFG) y más adelante durante diversas ocasiones durante el máster, sobre todo en el periodo de prácticas docentes que realizamos al final del primer curso. De esta manera, pienso que con este trabajo he conseguido el objetivo de adentrarme completamente dentro del área de investigación de la práctica reflexiva relacionada con el desarrollo profesional continuo de los docentes, concretamente a través de las actividades de retroalimentación después de la observación entre iguales. Asimismo, creo que también he logrado aportar mi "granito de arena" a un campo de la investigación que no ha sido tratado al mismo nivel que muchos otros hasta el momento.

Otra de las reflexiones que extraigo de este trabajo es que sin duda ha supuesto ser el mayor proyecto que jamás he creado, tanto por las dimensiones, como por el esfuerzo dedicado. A lo largo de la realización de este TFM, ha habido días en los que pensaba que mi trabajo era genial y otros en los que ni siquiera creía que fuera a llegar a la fecha de entrega final. Sin embargo, he tenido la suerte de tener a unos compañeros de clase (también conocidos como amigos) maravillosos que me han estado apoyando y dando ánimos a lo largo del proceso; y, sobre todo, agradezco haber podido contar con el Doctor Jaume Batlle Rodríguez como tutor de mi TFM. Gracias a él he conseguido adentrarme en el área de conocimiento que he tratado en el trabajo, he sentido que me ha dado su apoyo constantemente y ha sabido sacar lo mejor de mí como investigadora, transmitiéndome todo el tiempo su pasión por la investigación. 

A pesar de los típicos altibajos que todos sufrimos cuando estamos sumergidos en un proyecto tan importante, conseguí entregar satisfactoriamente el trabajo escrito; pero, sobre todo, la mayor de las gratificaciones la sentí el día que yo consideraba como el más importante de mi formación como profesora: el día de la defensa del TFM. Durante la realización de la parte escrita ya había ido teniendo retroalimentación constante de mi tutor, pero el día de la defensa iba a recibir la opinión de otras tres investigadoras que solo habían sido testigos del resultado final que yo había entregado en forma de PDF, además de lo que yo expusiera durante mi defensa, en apenas media hora. Entonces, cuando por fin me transmitieron sus comentarios tan positivos sobre el trabajo, sentí que todo el esfuerzo y dedicación habían valido la pena y, sobre todo, se habían visto recompensados con una buena valoración por su parte. ¡Qué mejor manera de cerrar esta etapa de dos años tan intensa y enriquecedora! Al mismo tiempo, agradecí enormemente las puntualizaciones que me hicieron sobre algunos aspectos que no había llegado a plasmar en mi trabajo por desconocimiento, pero que sin duda tendré en cuenta y observaré con detenimiento para el futuro.

Así pues, teniendo en cuenta todo lo expuesto anteriormente, finalizo mi reflexión destacando que considero este TFM como la culminación de estos dos años de máster, en el que he intentado aplicar todos los conocimientos adquiridos hasta el momento y demostrar mi capacidad de adaptación al tener que investigar en profundidad un tema tan concreto y poco estudiado, así como emplear una metodología que no había sido demasiado tratada a lo largo de los dos cursos: el Análisis del Discurso. Sin duda, se cierra esta etapa de formación (solo en cuanto al máster, ya que una profesora está en formación continua a lo largo de su vida profesional), pero el camino como docente e investigadora de la didáctica de lenguas extranjeras empieza aquí. 

martes, 8 de enero de 2019

La literatura y yo. Punto y seguido.



Tal y como expresaba en la entrada anterior, nunca he sido una apasionada de la literatura, aunque siempre hubiera sido un placer para mí leer lo que se nos pedía hasta Bachillerato y conocer la obra y biografía de distintos autores. Sin embargo, eso no significaba que en mi futuro como profesora de ELE no quisiera introducir la literatura en el aula. Esta razón me motivó aún más para intentar aprovechar todo lo que la (corta, pero intensa) asignatura de Didáctica de los Textos Literarios en ELE y la profesora tenían preparadas para nosotros. Y así ha sido.


Fue a mediados de diciembre cuando realizamos una salida al Laberint d'Horta, justo al lado de nuestro Campus. Esta salida suponía el broche final a la asignatura (y también a todas las clases del máster, en mi caso). Se nos pidió a cada uno de nosotros leer un texto previamente seleccionado, en el lugar que nosotros escogiéramos, que reflejara el aprendizaje realizado durante la asignatura. El texto que escogí fue Educar, del autor Gabriel Celaya.

Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca…
Hay que medir, pensar, equilibrar…
y poner todo en marcha.

Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.

Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.

Soñar que, cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.


Tras la lectura de este poema en uno de los canales del laberinto, el canal romántico, comenté lo que ha supuesto el hecho de haberme subido a bordo de esta asignatura. No ha sido fácil saber encontrar los textos adecuados para cada una de las actividades que hemos tenido que crear a lo largo de la asignatura y saber darles la vuelta para que ese texto fuera significativo para el aprendizaje de la lengua española. Para ello he tenido que desarrollar ciertas estrategias y habilidades, como dice el autor: «hay que tener en el alma un poco de marino, de pirata y de poeta».

En este caso, el ser marino lo comparo con ser constante y estar alerta a la hora de encontrar textos literarios que se pudieran introducir en el aula de ELE; el pirata, con esa astucia que hay que tener para pensar cómo extraer de un texto literario los diferentes aspectos lingüísticos y culturales que se pueden explotar; y el poeta, porque hay que saber interpretar los textos de los autores que elegimos. También, como dice el autor, he aprendido a tener un kilo y medio de paciencia porque para mí no ha sido tan fácil poder encontrar un texto al que poder darle la vuelta y encontrar el componente didáctico para exprimirlo en el aula. Y, por último, he visto que trabajar la literatura en el aula de ELE puede ayudar a embarcar a los estudiantes en el navío de nuestra cultura y es algo que siempre tendrán con ellos, como en la bandera de un barco.

Gracias a las diferentes actividades propuestas y las salidas literarias y culturales que hemos realizado, he podido ver que la literatura no tiene por qué ser aburrida y estática, sino que, sabiendo darle el enfoque adecuado, puede convertirse en un eje motivador dentro del aula. Por eso, para mí, esta asignatura supone un punto y seguido en mi relación con la literatura. El camino para redescubrirla y seguir buscando estrategias para introducirla en el aula de ELE acaba de empezar.



Fotografía realizada durante la salida al Laberint, con L. y F. al fondo


jueves, 1 de noviembre de 2018

La literatura y yo

Desde pequeña, mis padres me animaban a aficionarme a la lectura, aunque no siempre se tratara de literatura como tal. Cuando era adolescente, recuerdo que estaba suscrita a una revista de divulgación para jóvenes y también leía cómics de las colecciones que tenía mi padre de Astérix y Obélix y Tintín. No obstante, también me gustaba de vez en cuando adentrarme en obras más literarias, sobre todo novelas para niños y adolescentes como Las crónicas de Narnia, Kika superbruja o Los cinco. Pero, sin duda, donde he tenido un mayor contacto con la literatura más canónica siempre ha sido en el ámbito educativo, sobre todo desde la Primaria hasta Bachillerato.



En el colegio y el instituto siempre nos han inculcado que es bueno leer, porque cuanto más leemos, más conocimiento del mundo adquirimos, más cultura, más imaginación y una infinidad de otras cosas beneficiosas para el desarrollo de uno mismo como persona; y lo cierto es que siempre lo he sentido así. Hay ocasiones en las que alguna obra nos ha podido llegar a parecer poco interesante o relevante para nuestra vida, pero me niego a pensar que se haya tratado de una pérdida de tiempo el hecho de haber leído cualquier texto literario, por muy poco provechoso que nos haya parecido. Así pues, pienso que la literatura nos abre las puertas a un universo nuevo, unas veces lejano y otras no tanto. Ese universo que se nos presenta nos hace trabajar la imaginación y la creatividad, pues al tiempo que leemos vamos recreando el mundo que el/la autor/a nos ha querido transmitir.




Sin embargo, debo confesar que no puedo considerarme una apasionada de la literatura, nunca he sido una "devoradora de libros", que le dicen. Pero me hubiera gustado, y de hecho, a día de hoy, uno de mis grandes propósitos es darle más parte de mi tiempo a la literatura; es decir, no es que no quiera dedicárselo, pero tengo que aprender a darle más espacio en mi vida. Por eso, yo compararía mi relación con la literatura con la de subir una montaña: el camino a veces se complica, se vuelve empinado y se hace costoso seguir, pero una vez llegas a la cima, la sensación de satisfacción te hace ver que el camino ha valido mucho la pena. Y eso mismo me gustaría poder transmitir a mis alumnos en un futuro, sobre todo a los que les cuesta un poco más adentrarse en la literatura. Por eso, espero que la asignatura de Didáctica de los Textos Literarios me ayude a saber introducir la literatura en el aula de ELE.


¡Hasta la próxima!

jueves, 7 de junio de 2018

Prácticas docentes: primer contacto con el aula de ELE

Qué difícil es verse en el aula cuando una no tiene apenas experiencia como profesora...





Eso me ocurría cuando empecé este máster en septiembre, sin experiencia alguna como docente a cargo de un grupo de alumnos. Sabía que el momento de las prácticas iba a llegar de un momento a otro ―no es que ignorara que fueran en abril, pero ya se sabe que cuando una está entretenida, se le pasa el tiempo volando― y no me veía del todo preparada para ello. Tenía experiencia como monitora de niños y adolescentes, así que creía que de algo me podría servir el haber dado instrucciones de juegos y actividades para el momento en el que entrara en el aula. También, pensaba que podría serme útil la habilidad de tener que manejar grupos de niños (a veces) descontrolados, que en el caso de las prácticas iban a ser adultos con ganas y/o necesidad de aprender español. Ahora no puedo calcular en qué medida me ayudó haber desarrollado esos y otros aspectos en mi experiencia previa en el momento de entrar en el aula por primera vez, pero estoy segura de que lo hizo de algún u otro modo. 




Me ponía un poco más nerviosa a medida que se acercaban las fechas del inicio de las prácticas, pero a la vez tenía muchas ganas de poder verme por fin como profesora de ELE en un aula y con unos alumnos reales. Antes de eso, nuestra tutora Vicenta nos hizo redactar un punto de partida, a través de unas preguntas acerca de nuestras fortalezas y carencias previas a la práctica docente que íbamos a experimentar. Tras los cinco días de prácticas (20 h en total) que pasé en la escuela Versión original, con un grupo de cuatro alumnos de nivel A2, puedo volver a ese punto de partida que escribí y ver en qué he podido mejorar y qué aspectos debo seguir trabajando. A continuación, presento los fragmentos de cada apartado, con su correspondiente comentario que hago ahora, tras mi reflexión después del periodo de prácticas docentes:





FORTALEZAS 




● ¿De qué me siento segura?

De mi formación lingüística, con la cual puedo ayudar a los alumnos con sus dudas.



● ¿Qué sé cómo solucionar?

Aclarar alguna duda lingüística a los alumnos que inicialmente parezca difícil de entender.
Adaptar mi lenguaje al nivel de los alumnos.
La falta de conocimiento de los contenidos para cada nivel, recurriendo a documentos como el PCIC.



● ¿En qué me considero buena?

En escuchar a los alumnos y dejarles hablar, algo necesario si tenemos en cuenta que son ellos los que más deben participar en el aula y no el profesor.
En identificar problemas lingüísticos de los alumnos.
En entender a hablantes no nativos cuando aparentemente no se entienda lo que quieren decir.
En dirigir a un grupo, dada mi experiencia como monitora.





En cuanto a las fortalezas que creía tener antes de empezar las prácticas, puedo decir que prácticamente todas se dieron durante la docencia en alguna u otra situación. Durante las correcciones a los alumnos y en la aclaración de sus dudas, pensaba que me iba a ser de gran ayuda mi formación lingüística, y seguramente en algún porcentaje lo hizo, pero sobre todo me ayudaron las explicaciones que daba la docente titular del grupo sobre gramática o vocabulario. Con estas prácticas he podido confirmar que, por más background lingüístico que tenga un profesor, si no sabe cómo explicarlo de forma clara y comprensible a sus alumnos, no va a ser capaz de enseñarles a hacer un buen uso de la lengua. 




Por lo que respecta al lenguaje, considero que durante las sesiones en las que me tocó intervenir pude ser capaz de hacerme entender a los alumnos. No obstante, gracias a la tutora que me observaba mientras implementaba las actividades, y que después me daba su feedback, pude darme cuenta de que a veces empleaba demasiadas palabras en las instrucciones, por ejemplo, y era algo a lo que debía prestar más atención, siendo capaz de transmitir más, pero con menos palabras. Esto último nos lleva al punto en el que dije que me consideraba buena en escuchar a los alumnos y dejarles hablar, puesto que el profesor debe poder intervenir lo justo y necesario con tal de que sus aprendices tengan más tiempo para poder expresarse, practicar, y así poder recibir las apreciaciones necesarias para mejorar su competencia lingüística.



En el caso de la dirección del grupo, considero que tuve suerte porque tres de los cuatro alumnos llevaban tres semanas juntos en el curso intensivo y, junto con la profesora, habían conseguido crear un buen ambiente en el aula, en el que se hacía muy fácil tanto aprender como enseñar. De esta forma, no tuve problemas en cuanto a la gestión del grupo y fue bastante tranquilizador el hecho de haberme iniciado en la docencia de ELE con un grupo como el que me tocó.




CARENCIAS




● ¿Qué es lo que no sé (contenidos, procedimientos, etc.)?

Planificar una clase con coherencia, es decir, que tenga en cuenta todos los aspectos de la docencia para que la clase tenga un buen ritmo y los alumnos aprendan y se sientan
integrados en el aula.
Los contenidos que se tratan en cada nivel.
Adaptar los conocimientos lingüísticos que poseo a un nivel más pedagógico.
Cómo impartir una sesión de equis horas para que el ritmo de la clase sea óptimo.



● ¿Qué me preocupa?

No poder cumplir con el tiempo planificado para una sesión.
No saber integrar a los alumnos en el aula, de forma que se sientan cómodos y libres para expresarse y practicar el español.
No saber contestar a las dudas de los alumnos.
Ponerme nerviosa en el aula debido a mi poca experiencia, bloquearme, que los alumnos lo noten y no haya un buen ambiente en la clase.
No sentirme cómoda en el aula y que eso se traslade a mis alumnos.
No saber hacer actividades significativas y comunicativas.
Que los alumnos no me entiendan o no aprendan con mi práctica docente.





Por lo que respecta a las carencias que preví en el momento de redactar el punto de partida, eran más numerosas que las fortalezas. Debo decir que eso no significó que yo fuera de cara a las prácticas con la idea predeterminada de que tenía más aspectos negativos que positivos como docente, sino que era consciente de que era la primera vez que me sumergía en ese contexto y, por eso, tenía mucho por observar, asimilar, practicar y, sobre todo, aprender.




En cuanto a la planificación de clases, en mi caso no pude practicar mucho ese aspecto, pues mis intervenciones en el aula consistían en implementar una actividad o presentación al día. De este modo, no pude planificar plenamente una secuencia didáctica. Así pues, es algo que me queda pendiente para seguir desarrollando, ya que era una de las carencias que yo tenía y que también me propuse trabajar en el plan de acción que formulé al inicio del cuatrimestre que ahora finalizamos, pero no se ha dado la ocasión.


El saber qué contenidos lingüísticos pertenecen a cada nivel de competencia es algo que considero (y espero con todas mis fuerzas) que es algo que se aprende a medida que se va adquiriendo experiencia. En una de las sesiones de las prácticas, los alumnos empezaron a preguntarme por un contenido que yo creía básico en su nivel. Sin embargo, en la tutoría posterior con la profesora me di cuenta de que no lo habían visto en clase todavía. Seguramente se podría haber evitado haciendo un estudio previo de los contenidos tratados hasta el nivel del grupo que me había tocado. Así, he aprendido que debo prestar más atención a este aspecto en un futuro.

El tiempo previsto para actividad fue algo que supe ser capaz de respetar; sobre todo después de haber tomado unos minutos de más al final de la clase el primer día de implementación. Los siguientes días, fui más consciente de que debía poder controlar, dentro de lo posible, el tiempo que empleaba para mi actividad, pues la tutora de la escuela tenía su planificación y había que ajustarse lo máximo a ella y no apropiarnos parte de su tiempo. 



Por lo que se puede ver en el punto de partida, el hecho de ponerme nerviosa y transmitir inseguridad a los alumnos, así como no hacer entenderme, era algo que me preocupaba realmente. No obstante, estoy contenta porque la tutora de la escuela, con más de 20 años de experiencia, me dijo que mi actitud con los alumnos era predispuesta, relajada y tranquila, y eso hacía que las actividades, quitando otros fallos que pudiera tener, fueran fluidas y el ambiente en clase fuera bueno.


A pesar del aprendizaje y la reflexión que me han aportado las prácticas, sigo teniendo ciertas inseguridades, puesto que mi experiencia como docente sigue siendo corta; pero lo que es seguro es que me ha ayudado a ponerme por fin en contacto con un aula y unos alumnos de ELE reales.









Aún queda un largo camino por delante, 

Pero ya he empezado a recorrerlo.




Camino, Granja, Naturaleza, Inglaterra


miércoles, 21 de febrero de 2018

Telecolaboración HI-UB. Reflexión 2




Hace ya un mes que empecé a tomar contacto con mi alumna/compañera islandesa y dos semanas de la creación del grupo entre 4 compañeros de aquí y 4 islandeses. Al inicio, el contacto fue por correo electrónico, por donde me contactó primeramente mi compañera islandesa y me concretó un poco cuándo le iba mejor realizar la primera tarea por Hangouts y me ofreció su número de teléfono para poder contactar por WhatsApp. Yo le respondí a este correo, pero el mismo día le agregué en WhatsApp. Desde entonces y hasta el día de la videollamada, mantuvimos el contacto básicamente por esta aplicación, en la que, sobre todo, hablamos para concretar el momento de la videollamada y para conocernos mínimamente. 

En cuanto a las estrategias empleadas en esta vía, observo que le expliqué la utilidad del WhatsApp en nuestro país, algo que ella ya sabía porque tiene amigas aquí. Al principio, ella no tenía foto de perfil ni en Google Classroom ni en WhatsApp, así que le pregunté que por qué no tenía una. Me dijo que era porque no sabía usar la aplicación. Me ofrecí para ayudarla otro día porque ella estaba ocupada en ese momento, pero no hizo falta finalmente porque al día siguiente lo supo solucionar sola. Ese mismo día, hablamos de nuestra edad y le dije que yo aparentaba menos de la que tengo realmente. Ella me preguntó sobre el significado de aparentar y se lo expliqué en base al contexto en el que lo había utilizado. También le expliqué qué eran los niveles de referencia del MCER, puesto que cuando le pregunté qué nivel de lengua tenía no sabía a qué me refería. En un momento, mi compañera islandesa me escribió a mi me viene bien culacer. No entendí la última palabra, hasta que le pregunté directamente a qué se refería y con su respuesta, cualquer, pude deducir que se refería a cualquiera y le concreté el uso diferenciado entre cualquier y cualquiera. En ningún caso le corregí directamente errores que pudiera cometer, salvo si suponían un problema de comprensión, como en el último caso.

En cuanto a la videollamada realizada por Hangouts, puedo observar que las estrategias empleadas son, para empezar, la traducción del área de estudios de la universidad de la islandesa, la cual me dijo que no sabía cómo se decía en español: business (48''). En un nivel más general, sabiendo que mi compañera no tenía un nivel nativo de español, yo misma intenté vocalizar bien todas las palabras y no hablar demasiado rápido, pero incluso cuando se me escapaba alguna de las expresiones típicas del discurso oral (¡qué guay!), ella me entendía a la perfección. De nuevo, como por WhatsApp, durante la videollamada tampoco corregí los pocos errores que cometió, ni tuvimos problemas de comprensión. Sin embargo, sí es cierto que en algunos casos utilicé la reformulación cuando ella producía alguna falta en sus enunciados (7' 25'', 11') Esto se debe seguramente, en gran parte, a su alto nivel de español oral, el cual aprendió durante el tiempo que vivió en España cuando era pequeña.

Por todo lo comentado anteriormente, creo que hasta ahora he utilizado más bien estrategias de enseñanza directiva, dándole a mi compañera directamente las respuestas a lo que no entendía o sabía y sin considerar los errores. No obstante, creo que el contexto en el que se enmarcaban estas situaciones conducían a hacerlo de esta forma. Considero que las conversaciones por WhatsApp y Hangouts se han realizado entre compañeras, más que entre tutora y alumna. Sabía que más adelante ella jugaría un rol de alumna más diferenciado, puesto que debemos enviarles actividades que tienen que realizar e incluso en el proyecto final somos nosotros los que les vamos a evaluar. También, debido a la poca dificultad que tiene para mantener una conversación.

En adelante, puesto que adoptaremos un papel más de docentes o tutores, y tendré otros alumnos que quizás no tengan un nivel tan alto como mi compañera, me gustaría intentar hacer las correcciones o solucionar problemas de entendimiento siguiendo un enfoque más inductivo en la medida de lo posible, pero puede que ocurra lo mismo que hasta el momento y no corrija ningún error, a no ser que suponga una falta notable de comprensión del mensaje. 



¡Seguimos con el proyecto de telecolaboración!

domingo, 11 de febrero de 2018

Telecolaboración HI-UB. Reflexión 1




Durante el segundo semestre, en la asignatura de Las TIC en la Didáctica de ELE vamos a participar en un proyecto de telecolaboración con la Universidad de Islandia. En este proyecto, vamos a estar en contacto con aprendices de ELeislandeses, con los cuales vamos a realizar una serie de actividades de forma telemática a través del uso de las TIC, con aplicaciones o servicios como WhatsApp o Hangouts.


La primera tarea del proyecto consistía en realizar un análisis de necesidades de un compañero de Islandia que teníamos asignado, a partir de una videollamada de Hangouts. En mi caso, no tuve ningún problema previo de comunicación o contacto con mi compañera por WhatsApp y la videollamada por Hangouts fue muy satisfactoria.


En esta videollamada, hablamos, sobre todo, de cuál era su relación con el español, cómo eran nuestras vidas y a qué dedicábamos el tiempo libre. Yo pensaba que quizás ella tendría preguntas, igual que las que le hice yo, sobre cómo era nuestra vida aquí, pero lo cierto es que ella ya conocía bastante bien España. No quise crearme unas expectativas demasiado idealistas sobre cómo iba a ser este primer encuentro cara a cara, pero fue muy grato en muchos sentidos. Era la primera vez que mantenía un contacto por videollamada con alguien que estaba tan lejos de mí y que no conocía prácticamente de nada. El hecho de que ella no tuviera preguntas ni comentarios que hacerme, me dio la oportunidad de poder conocer más a fondo cómo había aprendido español, su familia, estudios, tiempo de ocio, etc. Finalmente, en un nivel más personal, creo que hubo una buena y agradable comunicación entre nosotras. 

En cuanto a sus necesidades de aprendizaje, la islandesa destaca que quiere practicar más la oralidad en español. No se trata de ningún aspecto en concreto, sino que simplemente necesita seguir practicando su español para no perderlo y mejorarlo. Esta necesidad se debe a que, a pesar de que residió en España durante unos años cuando era más pequeña, ya no usa nuestra lengua en su día a día y cada vez le cuesta más expresar en palabras lo que piensa. Según ella, la parte escrita no le interesa demasiado, puesto que, el español que usa cuando va en vacaciones al lugar donde residió se limita a la comunicación oral. Así pues, su objetivo es poder dominar la lengua española tal y como lo hacía antes.

En cuanto a lo que yo sentí mientras hacíamos la videollamada, debo decir que mi compañera podía mantener perfectamente el ritmo de la conversación, a pesar de haber usado alguna expresión típica de la lengua oral e informal, y en ningún momento hubo problemas de entendimiento, más que los ocasionados por los típicos problemas de conexión que afectan a la buena audición de la llamada. No obstante, es cierto que su competencia oral mostraba algunas faltas relacionadas con algún tiempo verbal, léxico y morfología, pero, en general, su comunicación era muy fluida y comprensible.

Dicho esto, los siguientes pasos han sido crear un grupo de Whatsapp conformado por 4 miembros de nuestro máster y sus respectivos compañeros islandeses. En él, ya estamos hablando sobre aspectos socioculturales de los dos países, los cuales nos interesa conocer o saber más de ellos. Las siguientes acciones serán una serie de actividades que les propondremos los profesores en formación, en las cuales, sin duda, intentaremos que queden reflejadas las necesidades de aprendizaje que nos han comentado los islandeses o que nosotros hemos podido notar en nuestro primer contacto con ellos. 

viernes, 9 de febrero de 2018

Plan de acción

Esta entrada está dedicada a un plan de acción que contiene los objetivos de aprendizaje que se pretenden alcanzar en este segundo semestre y algunas medidas que se van a adoptar.  

La primera acción que pretendo llevar a cabo es dedicarle más tiempo a este blog, cambiando el diseño de la página, publicando algunas entradas del primer semestre que me quedan por compartir y llevándolo más al día.

También, pretendo estar actualizada respecto a las tareas periódicas y finales que debemos ir haciendo en todas las asignaturas. Algunos ejemplos son las lecturas que nos sugiere Daniel Cassany en Instrucción de Lenguas; el proyecto de telecolaboración con la Universidad de Islandia, que controlan Joan-Tomàs Pujolà y Olivia Espejel en la asignatura de Las TIC en la Didáctica de ELE; la tarea final de Evaluación en el Aprendizaje de ELE que nos proponen Neus Figueras y Rocío Cuberos; o la propuesta de planificación de contenidos de un programa, que iniciamos con Ernesto Martín Peris y seguimos trabajando con Sergi Torner en Gramática Pedagógica.

Además de esto, tengo claros unos objetivos de aprendizaje que pueden darse durante el transcurso de las diferentes asignaturas. Con Evaluación en el Aprendizaje de ELE espero familiarizarme con el Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas, conociendo las formas de evaluar las diferentes destrezas que se trabajan en el aula y ser capaz de diseñar una herramienta de evaluación. En Prácticas Docentes, con Vicenta González, quiero aprender a planificar sesiones de clase y conocer más aspectos relacionados con la metodología y la didáctica de lenguas. En Gramática Pedagógica desearía saber cómo acercar la gramática a los alumnos, algo por lo que me despierta mucha curiosidad. Con Daniel Cassany espero conocer diferentes aspectos relacionados con la instrucción de lenguas. En Investigación en la Didáctica de ELE, con Elisa Rosado y Natalia Fullana, quiero poder saber analizar artículos de investigación y empezar a guiarme para la elaboración de mi Trabajo de Fin de Máster. Finalmente, en Las TIC en la Didáctica de ELE me gustaría poder sacar el máximo provecho de la oportunidad que nos brinda la telecolaboración con los alumnos islandeses, aplicando todos los conocimientos recabados hasta el momento en este proyecto a distancia.

En este semestre voy a poder estar más cerca de la figura del docente en cuanto a la parte práctica, ya que, por un lado, con nuestros compañeros islandeses propondremos un proyecto en el que deberán llevar a cabo actividades con las que practiquen y aprendan español; y, por el otro, entraremos en contacto directo con un aula presencial, donde realizaremos nuestras prácticas docentes. Estoy especialmente ilusionada con estas dos acciones que llevaremos a cabo a lo largo de este semestre porque me permitirán empezar a ver cómo se desarrolla la tarea del profesor en situaciones reales y tendré que saber adaptarme a cualquier inconveniente o problema que pueda surgir en cualquiera de los dos contextos: el real y el virtual.


¡A por ello!