miércoles, 31 de enero de 2018

La proxemia en el aula

¡Hola de nuevo!

En esta entrada vamos a hablar de la proxemia, enmarcada como un concepto dentro de la comunicación no verbal. En concreto, trataremos la proxemia dentro del aula de ELE a partir de la lectura de un artículo de Antonio Infante, miembro del Instituto Cervantes de Mánchester, publicado en 2005 por la revista RedELE. Para la asignatura de Conceptos Fundamentales en Didáctica de L2, Jaume Batlle nos mandó leerla a algunos compañeros de clase, al mismo tiempo que otros leían sobre la kinésica, la cronémica, los gestos españoles y la comunicación no verbal en la enseñanza de ELE. A partir de la lectura, debíamos exponer en clase un resumen por grupos a los compañeros que no habían leído la nuestra. Considero que fue un buen sistema para poder recabar conocimientos de diferentes conceptos relacionados con un mismo tema. El aprendizaje y la reflexión llevada a cabo fue tan relevante, que consideré incluir este artículo en el Dosier final de la misma asignatura y ahora en mi blog. Así pues, ¡empecemos con el tema de la entrada!

El artículo del que parto se titula Aspectos culturales e interculturales relacionados con la gestión del espacio en la enseñanza de español lengua extranjera y, tal y como indica el subtítulo, se trata de una reflexión sobre la práctica docente, en la que se dan ejemplos para mejorar el dinamismo y la interculturalidad en el aula teniendo en cuenta la proxemia. El artículo se estructura en los siguientes apartados, los cuales se tratarán de forma más detallada en los siguientes párrafos: introducción, referencias teóricas, puesta en situación de la docencia, ejemplos de técnicas para la dinamización del aula y conclusión, además de las referencias bibliográficas empleadas por el autor.  
En el apartado introductorio, Infante (2005) utiliza una cita sobre cómo se organizan las culturas para empezar a analizar rasgos de la comunicación entre humanos, tan importante en la enseñanza y el aprendizaje de lenguas segundas. Se introduce el concepto de espacio, que relacionado con la comunicación, informa sobre aspectos de cada individuo; y se define también la proxemia, la cual se dedica al estudio del uso que se hace del espacio en la comunicación y, junto a otros aspectos como la kinésica o la cronémica, forma un pilar fundamental en el curso de la comunicación.




En el apartado sobre referentes teóricos, el autor emplea el subtítulo del mismo como concepto para iniciar su análisis, ya que, según afirma, nos da una idea sobre qué es el acto comunicativo. Se detalla por qué es necesaria la cultura, considerada como medio para comunicarse y de la cual forma parte la proxemia; al mismo tiempo se establece una relación estrecha entre la cultura y la comunicación, además de lo que ocurre cuando dos personas de culturas diferentes empiezan a interaccionar. A continuación, Infante (2005) se sirve del análisis del antropólogo estadounidense Hall para distinguir las tres partes principales que conforman la comunicación.  


A raíz de esto, un primer subapartado trata sobre el concepto social de tiempo y espacio. En él, se presenta un cuadro sobre los tipos de tiempo relacionados con la comunicación, con descripciones según si son monocrónicos o policrónicos. Se resalta el hecho de que, a pesar de que los dos tipos de cronemia se puedan dar a la vez, existe una tendencia hacia uno u otro según la cultura. En cuanto al tema principal del artículo, el espacio, el autor vuelve a recurrir a Hall para clasificar los tipos de espacio (íntimo, personal, público y social) y desarrollarlos uno a uno, definiéndolos. Seguidamente, se clasifica la distancia en metros relacionada con cada tipo de espacio y, de nuevo, se destaca que estas longitudes pueden variar según la cultura, entre otros motivos.

Aplicándolo al aula, Infante (2005) limita los cuatro espacios proporcionados por Hall a solamente dos. Por un lado, define el espacio personal como aquel en que una persona elige qué relación espacial mantiene con el resto de individuos. Si se vulnera el espacio que se crea esa persona, puede tener efectos negativos en la comunicación. Por otro lado, el espacio social lo entiende como aquel en el que la persona puede decidir su espacio, pero que en ocasiones no tiene el control sobre el mismo porque se comparte con otros individuos. Este último es, según el autor, el tipo de espacio presente en el aula. Comenta que cada persona decide qué encuentra aceptable o no según su visión sobre el espacio y se lamenta por el hecho de que, normalmente, en el aula se encuentra muy acotado el lugar que ocupa el profesor y el que ocupan los alumnos.


A continuación, se dedica un subapartado a la caracterización del individuo, puesto que se considera como un agente que aparece antes de la concepción de grupo. Por añadidura, se mencionan algunas de las diferencias individuales que pueden mostrar los alumnos, ya sean más o menos externas a la persona y de carácter fijo o temporal. Estas diferencias, como dice Infante (2005), influyen en el desarrollo de la clase. Al individuo lo caracteriza como miembro de un grupo, que en este caso se sitúa en el aula y es el lugar donde aparecen los problemas por la definición del espacio, sobre todo cuando aún es desconocido.


El siguiente apartado define la situación del docente dentro de la dimensión del aula. El autor sugiere que, teniendo en cuenta las variables descritas con anterioridad, el profesor debe empezar a intentar unir el grupo haciéndose, primero de todo, unas preguntas a sí mismo. Estas están relacionadas con cuáles son las características del grupo, las relaciones que en él se establecen y qué es lo que quiere lograr a raíz de tales relaciones. Infante (2005) admite que este proceso no es tan fácil de realizar de forma satisfactoria, poniendo como ejemplo una situación real en la que fue imposible crear una cohesión grupal. Con esto nos quiere hacer ver que los profesores pueden influir en la manera en la que se establecen las relaciones del grupo hasta cierto punto, porque hay aspectos y situaciones sobre los que no se puede intervenir. Del mismo modo, tampoco se debe creer que pueden ejercer de psicólogos para resolver problemas interpersonales. Sin embargo, sí se invita al docente a promover emociones que se relacionen con el aprendizaje para lograr los objetivos planteados, teniendo en cuenta la proxemia como un instrumento para facilitar un aprendizaje más eficaz.


Tras motivar la adaptación de los individuos al nuevo entorno, se anima al docente a intentar reestablecer el espacio personal de sus alumnos para conseguir la integración grupal y la aceptación de unas normas que se deben seguir. Luego, se explica cómo se han concebido tradicionalmente las posiciones tan opuestas en el aula entre profesor y alumno, las cuales deben cambiar, promoviendo una nueva forma de trabajo con un concepto de aula en el que todos los integrantes deben seguir unas normas y en un espacio que les corresponde a todos, porque lo comparten para poder trabajar y eso implica que van a tener que interaccionar. De la misma forma, aunque el docente sea el guía que conduce al grupo, también debe integrarse y al mismo nivel que el resto de integrantes. Así queda entonces esta nueva idea de aula que, en comparación con la tradicional, promueve el contacto, la interacción y la cooperación, en un espacio compartido por todos a partes iguales.


En el próximo subapartado, el autor vuelve a destacar la influencia del componente cultural e intercultural en todos los aspectos mencionados hasta el momento y también recuerda que, a pesar de que la sociedad es cada vez más pluricultural, no dejan de haber percepciones diferentes sobre el espacio personal. Se consideran generalmente dos tipos de sociedades en cuanto al uso de la proxemia: las de contacto y las de no contacto; aunque esta diferenciación era más notable antiguamente que en la sociedad actual. A rasgos generales, se identifica la sociedad española dentro de las de contacto y la inglesa en la contraria. Sin embargo, según Infante (2005), el sentido del ridículo es más notable en la española que en la inglesa, sobre todo en los hombres de mediana edad. Esto se debe a que no son culturas radicales en cuanto a la tipología de proxemia social y si se tuvieran en cuenta otras más extremistas, se distinguirían mejor estas diferencias. Así pues, en el aula se considera que hay que motivar un tipo de interrelaciones que se correspondan con la cultura de la lengua en la que se va a instruir, en este caso la española, pero siempre sin intentar ocultar el resto de culturas presentes. La idea es enseñar a los alumnos los aspectos culturales necesarios para que puedan llevar a cabo una comunicación favorable en el entorno de la comunidad de habla meta.


El último apartado propone una serie de técnicas para la dinamización del aula, es decir, para que todo lo mencionado anteriormente pueda darse. Se trata de una propuesta por parte del autor en forma de juegos y actividades en los que el espacio personal tiene un papel importante. Finalmente, se recoge una conclusión breve sobre lo expuesto y se dejan las puertas abiertas a la investigación de otros factores que deberían ser analizados y sobre los que se cree que se debería reflexionar.


A partir de la lectura de este artículo, he aprendido que la forma en la que nos posicionamos y nos movemos en el aula forma parte de nuestra práctica docente y es más importante de lo que imaginaba hasta antes de haber tratado este tema en clase y de forma autónoma. Además, no estaba del todo familiarizada con los conceptos de proxemia, kinésica y cronémica, de los cuales ahora conozco sus definiciones y sé la relevancia que tienen en el mundo de la didáctica de lenguas y en mi formación como futura docente. Con este artículo se revalida una de las cuestiones tratadas en la asignatura: la comunicación es esencial en el aula y en nuestras manos está el asegurar que todo lo que compone la comunicación (interacción oral, posición, gestualidad, mirada, etc.) sea pertinente para propiciar una buena relación en y con el grupo. Así, como Infante (2005) insiste en diversas ocasiones, hay que ser cuidadoso con las diferencias culturales a cualquier nivel, pero la del espacio considero que es una de las más importantes, porque el hecho de invadir o respetar la distancia de cada alumno es primordial y saber reaccionar adecuadamente en este aspecto puede hacer que nuestra comunicación con ellos sea, tal y como queremos, satisfactoria.


Estoy de acuerdo con el autor cuando expone la idea sobre que antes del grupo está el individuo. Relacionando esta idea con la del párrafo anterior, tenemos que ser conscientes de que en el aula de ELE, sea homogénea o heterogénea culturalmente hablando, cada individuo es diferente al resto, con una personalidad única y un pensamiento propio sobre las relaciones sociales que mantiene, ya sea por influencia de su cultura o por su concepción personal. A mi parecer, entiendo que es difícil poder atender y tener en cuenta en todo momento cada una de las diferencias individuales de cada alumno, pero, al menos, hay que saber que existen y que el hecho de que los alumnos se comporten de una manera u otra puede deberse a múltiples factores.


También estoy de acuerdo en que el cambio de concepción del aula con respecto a la tradicional es totalmente positivo para el grupo y sus miembros. Yo misma he podido darme cuenta de ello a través de mi experiencia. Desde parte de la Primaria, la Secundaria y la universidad, las clases han tenido muy fijadas la posición que ocupábamos, por un lado el profesor, como figura autoritaria con poder para movilizarse por donde quisiera, aunque la mayoría de veces situado en sentido contrario; y por el otro lado los alumnos, los cuales debíamos permanecer sentados en nuestros asientos, atendiendo al profesor, sin poder movernos del asiento. En pocas ocasiones se modificaban estos espacios delimitados, como por ejemplo en exposiciones orales de asignaturas de lenguas o la corrección de ejercicios en la pizarra en asignaturas de ciencias. Sin embargo, donde he sentido que este patrón se alteraba ha sido en asignaturas de música y plástica, pero sobre todo en algunas asignaturas de lenguas y cursos externos.

En este momento es cuando comprendo que el nuevo aula que define Infante (2005) es en la que más he disfrutado aprendiendo y en la que creo que debería promover a partir de ahora. Por lo que concierne al aula de segundas lenguas y de ELE en concreto, se me hace aún más obvia esta concepción, ya que, si queremos que nuestros alumnos sean competentes en comunicación, debemos acercar, en la medida de lo posible, la realidad comunicativa de la lengua, donde los interlocutores interaccionan, se mueven y mantienen contacto tanto visual como físico.


Y hasta aquí llega esta entrada, ¡nos vemos en la siguiente! 😉

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